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jueves, 6 de junio de 2019

Brevería: Gracián y Pascal, la prudencia y la sola gracia, según Marc Fumaroli


Gracián y Pascal, la prudencia y la sola gracia, según Marc Fumaroli

Estos párrafos son transcripción literal de un libro, en cuya lectura me estoy deleitando estos días, como descanso y aliento al interrumpir mi trabajo habitual. Lo recomiendo vivamente a quienes amen la lectura sosegada y reflexionada de un excelente libro. Es este:

Marc Fumaroli, “La extraordinaria difusión del arte de la prudencia en Europa. El ´Oráculo manual´ de Baltasar Gracián entre los siglos XVII y XX”, Acantilado 2019. 178 paginas.

Los párrafos que he transcrito están en el primer capitulo del libro, en las paginas 43-44. Ni qué decir tiene que tengo el apetito muy abierto para hacerme con el libro de Gracián, pero, casi tanto como con él, con el de su traductor Amelot, pues el francés de este último (en los párrafos que nos ofrece Fumaroli), se me hace de lectura más sencilla y grata que la original de Gracián.  

“¿Cómo vivir en el siglo con honor y felicidad sin dejarse corromper y engañar por él? En el Oráculo manual (…) Gracián apela al puñado de generosos que (…) podrían dar testimonio a favor de la concordancia de la naturaleza y de la gracia, mientras que Pascal, en sus Pensamientos, apelará al puñado de “libertinos” y de “esprits forts” que han mamado de Montaigne y de Charron, pero eventualmente convertidos por sus argumentos al agustinismo de Port Royal, invitándoles a apostar por la gracia de Dios, la única capaz de hacer decidirse invenciblemente por el bien y la salvación a la errática voluntad humana. De la paradoja cristiana por excelencia, grandeza y bajeza del hombre, Pascal hace un principio de conversión y de ruptura interior con el mundo civil y político, con esa Civitas Diaboli de San Agustín (….) pues es obra de unos hombres pecadores, sea cual sea la forma institucional que ella adopte.

Gracián, por el contrario, hace de este mundo civil, cuyas bajezas, e incluso ruindades, sondea, cuya perfidia desvela, la arena propiamente humana, entre tierra y cielo, dónde es puesto a prueba el temple de alma de los escasos mejores, la cuerda floja en que la virtud de los hombres superiores, siempre en peligro de sucumbir, no avanza si no es con mucha prudencia, constancia, mérito y gracia hacia la gloria personal, e incluso la santidad".

(.....)

(En el Oráculo manual de 1647 y su traducción al francés por Amelot con el título de L´Homme de Cour, en 1684,) "se trata de uno de los más atrevidos esfuerzos que se han intentado para enseñar a los laicos católicos cómo su “tipo ideal” puede atravesar en la práctica, singular indemne, con estilo, el mundo civil, común y vil, de los modernos, y cómo, por medio del ejercicio ingenioso y victorioso de su libertad, puede hacerse digno burlando eventualmente al Demonio con sus propias armas, de la gracia suficiente de la que su naturaleza, cultivada por las artes liberales, ha sido dotada por Dios su Creador y Salvador”

Marc Fumaroli, “La extraordinaria difusión…”, pp. 43-44


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