Thielemann
dirigiendo el concierto de Año Nuevo en Viena
El pasado sábado,
29 de diciembre, publiqué un artículo en el Suplemento Territorios de “El
Correo”, que puede leerse al final de esta entrada de mi blog, que titulé “El
reto de Thielemann y lo concluí con esta interrogación ¿Sabrá ser vienés
el 1º de enero próximo? Tras la visión y escucha del concierto, diría que solo
en pocos momentos. Durante la mayor parte del concierto, Thielemann fue lo que
siempre ha sido: un adusto alemán, mucho más cómodo en Wagner, Richard Strauss
y Bruckner que en las deliciosas danzas de los otros Strauss. En varios, pocos
momentos del concierto de esta mañana, 1º de enero de 2019, he disfrutado. En
otros algo menos cuando no aburrido, aunque, siempre, maravillado ante la
orquesta Filarmónica de Viena. Aquí abajo, traslado mis impresiones que he anotado mientras tenía lugar el concierto de
Año Nuevo de Viena
A)
Anotaciones, absolutamente subjetivas,
al concierto de Año Nuevo del 1º de enero de 2019, desde la Musikverein, con la
Wiener Philharmoniker dirigida por Christian Thielemann, escuchado y visionado
en la TV.
1)
Carl Michael Ziehrer - "Marcha Schönfeld,
op.422".
Buen comienzo,
aunque un tanto solemne
2) Josef Strauss -
"Transacciones. Vals, op.184".
Un tanto lento,
premioso, aunque evocador
3) Josef Hellmesberger
- "La danza de los elfos".
De nuevo lento, e
incluso pesadote. El colmo para una danza de los elfos. Preciosista.
4) Johann Strauss
(hijo) - "Exprés. Polca Rápida op.311.
¿Schnell? ¿Rápido? Con
el freno dado. Como los “Expresos” y “Rápidos” de Renfe.
5)
Johann Strauss (hijo) - "Escenas del Mar del Norte. Vals, op.390".
Muy evocador del
Norte. Ritmo casi perfecto. Thielemann se acerca a Strauss.
6) Eduard Strauss -
"Con franqueo extra. Polca rápida, op.259".
¡Al fin!! ¡Al fin!
Thielemann se encuentra con Strauss. Un sonido maravillosamente vienes con los
Wiener Philharmoniker, ya en casa. Una delicia.
Fin de la primera parte.
7) Johann Strauss
(hijo) - "Obertura de la opereta El barón Gitano".
Como un poema
sinfónico. Magnifica música. Opulenta Wiener Philharmoniker
8) Josef Strauss -
"La bailarina. Polca francesa, op. 227".
La galantería
francesa, según Viena, dirigida por un alemán de raza. Apetitoso cocktail,
aunque sin alcohol.
9) Johann Strauss
(hijo) - "Vida de artista. Vals, op. 316".
Magnifico arranque
para un vals inolvidable. Ritmo perfecto. Avanza con delicia para la escucha.
Thielemann vuelve a encontrarse (a ratos) con Strauss. No aprecio de la
coreografía más que la innovación.
10 Johann Strauss
(hijo) - "La bayadera. Polca, op. 351".
Sentimientos
mitigados. Falta chispa.
11. Eduard Strauss - "Velada de ópera.
Polca, op. 162".
Me lleva al título
de Debussy “La más que lenta”. Como dirigiría Klemperer con más de 80
años.
12).
Johann Strauss (hijo) - "Eva. Vals
de la ópera Ritter Pasman".
¡Ah, Wiener
Philharmoniker!. Maderas y metales soberbios. Y ¡qué fraseo en las cuerdas!
Cuando la orquesta supera la música…
13). Johann Strauss (hijo) - "Csardas. Vals de
Ritter Pasman".
Obra
compleja. Arranque y primera parte, musicalmente flojo. Y Thielemann no lo
arregla. Pero, ya en las csardas, todo cambia. También la interpretación. A
mejor.
14)Johann Strauss (hijo) - "Marcha egipcia, op.
335".
¡Qué música!
Thielemann se lo toma en serio y nos regala una gran interpretación, a veces,
un pelín manierista. Pero ¡cómo olvidar aquí al gran Ricardo Muti en otro New
Year Concert!
15)Josef Hellmesberger - "Vals de
entreacto".
Y
¡tan de entreacto! Grata al oído. Interpretación preciosista.
16)Johann Strauss (hijo) - "Elogio de las
mujeres. Polca, op. 315".
Pues Strauss muy
feminista no debía ser. Esta polca no es de lo mejor que escribió. Además,
tampoco le motiva a Thieleman que se adormece en el ritmo haciéndola aburrida.
El colmo en una polca.
17). Josef Strauss - "La música de las esferas.
Vals, op. 23".
Despierta Thielemann
y nos regala una preciosidad. Con un arranque de fábula (¿Lohengrin vienés?, se
reencuentra con Strauss en una interpretación muy evocadora de lo infinito, con
una orquesta que se siente, de nuevo, en casa. ¡Qué delicia!
Propinas
18) A paso de carga. Johan Strauss.
Bonito divertimento,
magníficamente interpretado
19). El bello Danubio azul. Johann hijo.
Impecable arranque. Delicadeza. Milagroso crescendo. Estamos en la
cima. ¡Qué música! “Desgraciadamente no es de Johannes Brahms” debió decir el
propio Brahms. Ya Thielemann encuentra definitivamente a Strauss, aparca por un
rato su alemanidad hercúlea y se hace vienés. Ritmo soberbio, ejecución - ¿hay
que decirlo? - superlativamente de los Wiener que ya no están en su casa sino
en su huerto. Lo ilustran con unas imágenes soberbias del Danubio y aledaños.
¡The must of the concert!. ¡Qué orquesta!, mil y una vez hay que decirlo.
Momentos sublimes.
20) Marcha Radetzky (Johann padre)
Aunque previsible, logrado final
Algunas, telegráficas, notas finales
. El concierto, en su conjunto, fue más berlinés que vienés
. Más preciosista que vibrante
. Con momentos plúmbeos y otros maravillosos. Cuando Thielemann se
encontraba con los Strauss.
. Algunas obras eran de 2ª división.
B) El reto de
Thielemann: de Bruckner y Wagner al vals de Strauss
(Publicado en “El Correo” el 29 de diciembre de 2018)
Christian Thielemann nació en 1959 en Berlín. Siendo
niño, acompañaba a sus padres a los conciertos de la Filarmónica de Berlín,
donde reinaba Karajan. Viéndole, sintió que debía ser director. Soñaba con Wagner,
con cuya música creció. Lohengrin, de entrada, pero quedó marcado cuando, con
13 o 14 años, descubrió Tristan y Parsifal. Más aún, cuando en su primera
visita al Festival de Bayreuth, del que ahora es Director Musical, asistió al
Parsifal de Hors Stein. Con 19 años obtiene su primer contrato con la Deutsche
Oper de Berlín, en 1980 es ya el asistente de Karajan en Salzburgo para
Parsifal y, un año después de Barenboim, en Bayreuth, para Tristan. En 1983, en
el centenario de Wagner, dirige el “Idilio de Sigfrido” en Venecia y vendrán
después Rienzi, Lohengrin y Tannhauser, hasta que, impulsado por Karajan, al
final de la década, sube al olimpo dirigiendo Tristan en Hannover. De ahí en
adelante dirige, siempre que no haya que viajar mucho, donde y lo que quiere. Aunque
con algunos frenos en sus ambiciones.
Thielemann era el gran favorito para suceder a Simon Rattle
como director de la Filarmónica de Berlín a partir de 2019-2020. Pero los
músicos de la orquesta estaban muy divididos: unos totalmente volcados a
Thielemann, otros, rabiosamente en contra, pues temían su fuerte personalidad,
en lo musical y en lo organizativo. Nadie ponía en duda sus cualidades
musicales, pero, al final, y con fórceps, salió elegido Kirill Petrenko, ante
la sorpresa de todos.
He asistido a unos cuantos conciertos dirigidos por
Thielemann. Que recuerde ahora, en tres ocasiones a la 8ª sinfonía de Bruckner,
para mí el Everest de todas las sinfonías. Una vez con la Filarmónica de
Berlín, en su propia sede, en la fantástica Philharmonie de Berlín. Otra vez
con la Filarmónica de Viena, esta vez en Paris. Aun teniendo un gran recuerdo
de las dos interpretaciones, sin embargo, me impactó más su versión en Lucerna
con su actual orquesta, la Staatskapelle de Dresde. Al término del concierto de
Lucerna, acompañado de mi mujer y de dos críticos musicales de Madrid, tuve
ocasión de saludar a Thielemann. Le recordé su 8ª de Paris y me espetó “¡ah!,
Wiener Philharmoniker, ¡what a fantastic orchestra! Y cuando le comenté que en
Lucerna acababa de escucharle en otra 8ª de Bruckner distinta bajo su batuta,
se sonrió, me miró y me dijo “nunca hay dos interpretaciones idénticas”.
También le he escuchado grandes conciertos con Brahms,
Schöenberg, Strauss (Richard) una inmensa 5ª de Bruckner tras suceder a
Celibidache en Múnich, solo superada por la de Eugen Jochum en 1964, un
Tristan, musicalmente soberbio en Bayreuth, aunque aquí me quedo con Barenboim,
y, quizá, quizá, la mejor 9ª de Beethoven que he escuchado en directo. Con la
Filarmónica de Viena, en París. ¡Qué 9ª, que nada hacía presagiar tras una
plúmbea 8ª! ¿Sabrá ser vienés el 1º de enero próximo?
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El Concierto de
Año Nuevo de 2020, lo dirigirá Andris Nelsons. En el pináculo de la dirección de
orquesta para muchos. Opinión que, habiéndole escuchado en directo en dos o
tres ocasiones, no comparto. Pero, vista la unanimidad que suscita, debo estar
equivocado.
Feliz 2019, a
todos.
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